Paulo Emilio Archila · Bogotá, D.C.
Dr. Paulo Emilio Archila: Editor Acta Médica Colombiana. Bogotá, D.C.
Después de varios años de recesión económica y moral, con el mayor índice de inseguridad en la historia de Colombia, es conveniente hacer una reflexión sobre el futuro de la principal actividad académica de nuestras sociedades científicas. Nuestros congresos médicos se han caracterizado por una lluvia de invitados extranjeros, que a veces sobrepasan las aspiraciones de los congresos internacionales. Esta costumbre nació en una época en la cual la comunicación se limitaba a la presencia de maestros de la medicina mundial, quienes aportaban sus conocimientos a una comunidad de especialistas apenas en formación, en la primera mitad del siglo pasado. Ahí nacieron las sociedades científicas, integradas por quienes habían hecho sus estudios en el exterior y los aspirantes a obtener la mejor información en su área de interés, para posteriormente viajar a entrenarse en las nuevas técnicas y adquirir la mayor destreza que les permitiera no sólo un digno ejercicio de la profesión, sino la creación de escuelas de postgrado en el país.
Naturalmente todos aspiraban a traer a sus maestros para perpetuar el proceso de enseñanza y a su vez corresponder a las atenciones de que hubieran sido objeto durante su entrenamiento. A finales del siglo XX ya contaba Colombia con un número suficiente de programas de especialización y de grupos de investigación con los mejores contactos a nivel internacional.
Sin embargo, la costumbre de no poder realizar congresos nacionales sin conferencistas extranjeros estaba arraigada en las sociedades colombianas y se consideraba que su ausencia incidiría en el fracaso del evento. Se desconocía de esta forma la excelente preparación de los expertos locales y su capacidad de disertar con experiencia propia de una forma similar, en ocasiones aun mejor que los invitados de marras. El peor síntoma de este fenómeno consiste en relegar los trabajos científicos realizados en Colombia al último lugar dentro de la programación, dándoles un horario poco atractivo, como la hora de almuerzo, el final de la tarde o el último día, con restricciones de tiempo para su presentación y discusión, incluidos aquellos trabajos galardonados con los premios de la sociedad respectiva. El ausentismo en esa parte de los eventos es lamentable y totalmente desestimulante. Es la peor manera de hacer patria, agravando la crisis de credibilidad en lo nuestro.
A partir del comienzo del terrorismo, en 1989, cuando el atentado contra el Congreso Panamericano de Enfermedades Digestivas costó la vida de dos apreciados médicos colombianos, se dificultó la asistencia de profesores internacionales, en especial los procedentes de Norteamérica.
Comenzamos a mirar hacia América Latina, invitando colegas de nuestros países vecinos, ojalá que estuvieran trabajando en reconocidas universidades de Estados Unidos.
Los europeos se mostraban menos reacios a asistir a los congresos en Colombia pero poco a poco se han tornado temerosos, y con razón. Acudieron las sociedades entonces a los colombianos que laboran en el exterior. Hoy en día se dificulta conseguir la aceptación de cualquiera de ellos, amén del altísimo costo que se debe sufragar para traerlos, con una participación económica cada vez más limitada por parte de los patrocinadores de los eventos.
Los grandes maestros de la medicina ya no asisten y estamos obligados a buscar una nueva forma de comunicación científica. Se organizan Congresos Virtuales, se programan cursos por Internet, aumenta la divulgación a través de las innumerables y excelentes revistas existentes en el país, con actualizaciones sistemáticas basadas en la evidencia y guías de manejo de buena calidad. Las sociedades que insisten en mantener el viejo esquema de congresos incurren en gastos exorbitantes a cambio de una cada vez más baja asistencia de los médicos colombianos.
¿Qué nos pasa? El exceso de trabajo para obtener un menguado ingreso a expensas del sistema de salud vigente ¿hace imposible concurrir a estos eventos? ¿El acúmulo de reuniones académicas a todo nivel está saturando el mercado de participantes?
¿Quienes obtienen los recursos prefieren asistir a eventos en otros países donde el cartel es más llamativo y sus trabajos de investigación son más apreciados?
Yo creo que podemos rescatar los congresos nacionales si acudimos a la solidaridad de los asociados y estimulamos el interés por lo nuestro, destacando nuestros logros científicos y fomentando el afecto por las sociedades que nosotros mismo contribuimos a formar y hacer crecer.
La mejor prueba la dio el profesor Jaime Campos Garrido, ex presidente de la ACMI y presidente saliente de la Asociación Colombiana de Gastroenterología, quien tuvo el valor civil de cancelar las invitaciones a todos los conferencistas extranjeros al Congreso Colombiano de Enfermedades Digestivas recientemente celebrado, por las estrictas razones de inseguridad que brindan el país y Medellín, ciudad sede del evento.
El no quiso correr nuevos riesgos y logró, sin embargo, una asistencia excepcional a un excelente congreso con ponencias todas nacionales del mejor nivel científico.
Nadie le incumplió la cita en Medellín gracias a su capacidad de convocatoria y al aprecio masivo que los miembros sienten por sus sociedades.
Siguiendo este ejemplo, la ACMI organizó el Curso de Postgrado del ACP sobre Imágenes Aplicadas a la Medicina Interna en la ciudad de Bogotá dos semanas antes, con conferencistas todos nacionales con la excepción de una letradísima colega de Venezuela. El nivel académico fue igualmente óptimo, la asistencia menor de la esperada, para infortunio de quienes no aprovecharon el esfuerzo del Comité Organizador. Sin embargo se llenaron dos terceras partes del salón con los más selectos internistas del país.
Para la edición de las memorias del Congreso Panamericano de Endotelio realizado en Manizales el mes de mayo contamos con la colaboración de todos los conferencistas colombianos, con una participación de alto nivel, como puede deducirse de su lectura en el pasado número de Acta Médica Colombiana, de ninguna manera inferior al de los profesores extranjeros, quienes sin embargo no atendieron nuestra solicitud de entregar sus conferencias escritas, excepción hecha de los colegas ecuatorianos.
En conclusión, estamos demostrando que sí podemos !
El Comité Organizador del Congreso Colombiano de Medicina Interna a celebrarse en Cartagena el año próximo, ha tenido especial cuidado al analizar el nuevo fenómeno de los congresos colombianos y ha dado un especial realce a la presentación de trabajos nacionales de investigación, centrando las presentaciones magistrales en el desarrollo de guías de manejo para la aplicación práctica de los conocimientos al servicio de la medicina en nuestro país, dentro del contexto universal.
Con esta reflexión quiero invitar a que deliberemos entre nosotros y aminoremos la dependencia de la academia foránea, apoyando los eventos de nuestras sociedades como algo propio, que debe subsistir con sentido de pertenencia a una nación que a pesar de todos sus tropiezos, merece un futuro mejor.
Con relación al artículo:
F. Rosas, L. Jumbo, V. Velasco, C. Jaramillo, D. Rodríguez. Síncope neurocardiogénico. Relación con la edad, género y tipo de respuesta en la prueba de la mesa basculante. Acta Med Colomb 2001; 26: 60-64.
El orden correcto de los autores es:
L. Jumbo, F. Rosas, V. Velasco, C. Jaramillo, D. Rodríguez.