Dr. Elías Forero Illera: Médico Internista Reumatólogo. Docente Universidad del Norte. Barranquilla.
Correspondencia: e-mail: eforero@uninorte.edu.co
Recibido 18/VII/07 Aceptado: 25/VII/07
El problema de la osteoporosis es que esta patología ya es un gran problema de salud pública que tiene todas las probabilidades de aumentar, debido al progresivo envejecimiento de la población y como consecuencia de esto las fracturas van a ser cada vez más frecuentes. La osteoporosis se define como una patología esquelética caracterizada por el compromiso de la resistencia del hueso que predispone a una persona a un riesgo creciente de fracturas. La resistencia del hueso se refleja fundamentalmente en la integración de la densidad y la calidad del hueso. La densidad del hueso se expresa como gramos de mineral por área o volumen y en cualquier individuo está determinada por el pico de masa ósea y la cantidad de pérdida ósea. La calidad del hueso se refiere a la arquitectura, recambio óseo, a la acumulación del daño (eg., microfractura) y a la mineralización. El deterioro óseo produce un aumento en el riesgo de fracturas en vértebras, muñeca y cadera que tienen alta morbimortalidad (1).
Las consecuencias clínicas y la carga económica que produce esta enfermedad obligan a que se tomen medidas orientadas a identificar individuos que están en riesgo para hacer una intervención apropiada. Muchos factores de riesgo se asocian al desarrollo de una fractura osteoporótica, incluyendo la obtención de un bajo pico de masa ósea, factores hormonales, el uso de ciertas drogas (eg., glucocorticoides), el tabaquismo, la actividad física baja, la baja ingesta de calcio y de vitamina D, la raza, la baja estatura y a antecedentes familiares personales o de fractura (2, 3). Todos estos factores deben ser considerados al determinar el riesgo de presentar una fractura y cuál será el tratamiento requerido.
Debido a que el riesgo de presentar una fractura por osteoporosis es más alto en mujeres mayores que en hombres mayores, todas las mujeres posmenopáusicas deben ser interrogadas para evaluar el riesgo de desarrollar osteoporosis. La evaluación de la densidad mineral ósea debe ser reservada para las pacientes en el riesgo más alto, incluyendo todas las mujeres mayores de 65 años, mujeres posmenopáusicas más jóvenes con alguno de los factores de riesgo mencionados y todas las mujeres posmenopáusicas con una historia de fracturas. La evaluación de marcadores bioquímicos que evalúan el recambio óseo ha sido útil en la investigación clínica. Sin embargo, el factor pronóstico de estas medidas no se define claramente y estos resultados no se deben utilizar como reemplazo de la densitometría (4).
Es así como la evaluación clínica de los factores de riesgo para osteoporosis y las medidas objetivas de densidad mineral ósea pueden ayudar a identificar a los pacientes que se beneficiarán de la intervención terapéutica que potencialmente puede reducir la morbilidad y la mortalidad asociadas a fracturas osteoporóticas encontradas en esta población (5).
Los medicamentos utilizados para el tratamiento de esta patología han sufrido un desarrollo notable en los últimos quince años. En este momento se cuenta con medicamentos que inhiben el proceso de resorción ósea y que estimulan la producción de hueso. Estos medicamentos suministrados en conjunto con calcio y vitamina D por un tiempo adecuado han demostrado, en múltiples estudios, ser efectivos en la reducción del número de fracturas vertebrales y no vertebrales con un buen perfil de tolerabilidad (6). Sin embargo, otro problema se suma a la patología misma; es la falta de adherencia a los tratamientos debido en buena parte a lo prolongado del tratamiento y en nuestro medio al alto costo de la terapia (7).
Es importante desarrollar políticas económicas y sociales tendientes a que en nuestra población se pueda obtener un mejor pico de masa ósea en las edades tempranas de la vida, de esta manera se disminuye el riesgo de presentar osteoporosis. Ahora, para las personas que ya la presentan o que tiene factores de riesgo para fracturas se debe disponer de los recursos terapéuticos necesarios y por el tiempo requerido, lo que permita disminuir el impacto de esta problemática enfermedad.
Referencias
1. NIH Consensus development panel on osteoporosis prevention, diagnosis, and therapy. Osteoporosis prevention, diagnosis, and therapy. JAMA 2001; 285: 785-95.
2. Cummings SR, Nevitt MC, Browner WS, Stone K, Fox KM, Ensrud KE, et al. Risk factors for hip fracture in white women. Study of Osteoporotic Fractures Research Group. N Engl J Med 1995; 332: 767-73.
3. Woolf AD, Akesson K. Preventing fractures in elderly people. BMJ 2003; 327: 89-95.
4. Broussard DL, Magnus JH. Risk assessment and screening for low bone mineral density in a multi-ethnic population of women and men: does one approach fit all?. Osteoporos Int 2004; 15: 349-60.
5. Lane NE. Epidemiology, etiology, and diagnosis of osteoporosis. Am J Obstet Gynecol 2006; 194 (Suppl 2): S3-11.
6. Zizic TM. Pharmacologic prevention of osteoporotic fractures. Am Fam Physician 2004; 70: 1293-300.
7. Lekkerkerker F, Kanis JA, Alsayed N, Bouvenot G, Burlet N, Cahall D, et al. Adherence to treatment of osteoporosis: a need for study. Osteoporos Int (en línea) 2007 Junio. Disponible en: http://www.springerlink.com